viernes, febrero 05, 2021

No, todavía no está aquí

 

Ya lo he dicho más veces, anteriormente. Pero me gustaría abundar un poco más: actualmente, en este año del Señor de 2021, no existe un nuevo orden mundial. No existe.

Existe una nueva ideología formada por varias facetas que ha ido calando más en la población. Esa ideología de la población acabó conformando el discurso políticamente correcto. De la política pasó a las leyes. Estamos a la espera de un recrudecimiento de las leyes y el siguiente campo invadido serán los tribunales.

Pero una ideología no es un orden.

El día que la nueva ideología se combine con otros elementos y conforme un partido político, ese partido puede ser internacional. Ese día ese partido sí que podría construir un nuevo orden en ese país. Y sus partidos-hermanos podrán hacer otro tanto en otras naciones. Ese día sí que habrá un nuevo orden.

Destruir la antigua cosmovisión cristiana, no implica que, automáticamente, hay un nuevo orden. Destruir algo no significa que ya, de por sí, hay un nuevo orden internacional.

Lo habrá. Sin duda, lo habrá. Pero tendrá que combinarse con otros elementos. Con unas cuantas facetas contrarias al cristianismo, no se construye un partido. Se necesita una parte afirmante, algo que se afirme; no solo una parte negante.

Es decir, no existe un nuevo orden mundial por el hecho de que cinco o diez obispos de distintos países de Europa o Latinoamérica vayan a los tribunales como acusados.

Solo cuando esa mentalidad postcristiana se combine con un ideal, con algo que se pretenda, con un nuevo orden social que se quiera lograr, entonces sí.

El nazismo no construyo su nuevo orden solo persiguiendo a los judíos. El antisemitismo existía antes de Hitler. El nuevo orden nazi nació cuando se combinó con la pretensión de toda una arquitectura social nueva.

El marxismo no construyó su nuevo orden solo ahorcando a millares de ricos. Eso no bastaba. Se construyó cuando se combinó con acciones afirmantes en orden a lograr una nueva sociedad.

No, no existe ahora un nuevo orden. Existe una nueva mentalidad que se manifiesta en algunas leyes. De este humus brotará otra cosa, pero todavía no ha surgido. Yo me lo imagino como un incendio, como una ola de entusiasmo popular, que concentrará el Poder en las manos de un dirigente carismático, cuya sombra impactará en otras naciones que seguirán su estela, uniéndose a algún movimiento político internacionalista.

¿Donde nacerá? No lo sé. ¿Qué características tendrá? No lo sé, porque se venderá a sí mismo como algo nuevo, algo renovador, como una refundación de la sociedad. La pobreza que va a venir en los próximos años es un caldo de cultivo adecuado. Como lo fue la Gran Depresión (aunque, en Estados Unidos, surgiera un Roosevelt y no un dictador), o lo fue la hiperinflacción alemana tras la I Guerra Mundial. La pobreza venidera será una oportunidad para el populismo internacionalista; probablemente, con tintes antisistema. Un partido que sea rabiosamente libertario, antifascista, que pretenda renovar toda la sociedad en nombre de la libertad y los más desheredados.

No, la culpa no será de China ni de los masones ni de un grupo de millonarios conjurados. Mi intuición (me puedo equivocar perfectamente) es que será algo muy popular, muy espontáneo, que nacerá de las bases, que querrá acabar con un sistema social injusto y que sumará a todos los descontentos.