Resulta evidente que los
documentos de siglos pasados tenían una belleza evidente, que no había que
explicar, resultaba patente. No importaba si se trataba de un testamento o de
una escritura de un terreno. Pienso que las cancillerías de las diócesis
deberían intentar que los nombramientos de párrocos fueran documentos del
estilo del que puse ayer: sobrios, sencillos, pero artísticos.
Alguien puede pensar que
se trata de una cuestión de dinero. Es decir, que con dinero se podría obtener;
pero que hay que gastar dinero. Muy por el contrario, hay personas dispuestas a
hacer esto por amor a la Iglesia sin pedir nada a cambio.
Por último, llamo la
atención acerca de la belleza de los sellos de lacre. Un sello de lacre en un
nombramiento de párroco es un signo de autoridad, además de ser algo bello.
El sello puede venir
colgando del documento o cerrando el sobre con el nombramiento. Hoy día hay
materiales más baratos y fáciles de manejar que el lacre.
El caso es que un nombramiento
de párroco es algo que tiene una significación espiritual. Entregar esa
voluntad episcopal de un modo bello y noble me parece muy adecuado.