jueves, junio 22, 2023

Un brindis por mi benefactor argentino

 

Hoy mi corrector argentino, mi inestimable amigo —debería llamarlo, ha comenzado a leer el Libro X de la decalogía que tengo sobre el apocalipsis. Las horas que ha dedicado, por puro amor a Dios, a revisar mis desmanes gramaticales solo yo me las puedo imaginar cabalmente.

Esas diez novelas las considero propias de una fase inicial de mi proceso de formación como escritor, previas a la fase de madurez. Aun así, sí que es cierto que leer las diez obras supone una inmersión en una época que es toda una experiencia literaria. Se trata de un recorrido de 1464 páginas.

Solo me consta de mi corrector que haya leído las diez obras. Él sé que va a alcanzar la cúspide de esa montaña porque está inmerso en el décimo libro que concluye la colección. Pero me siento más que feliz con los que han leído cuatro o seis obras, eso ya es mucho.

Es una historia formada por un tapiz de historias, un tapiz en el que los hilos se entrelazan. En mi mente quedan grabados momentos como la gran profanación del Vaticano por parte del Anticristo, la ilusión por crear una teocracia en aguas internacionales del Pacífico, la batalla por la toma de Jerusalén, las luchas políticas por conquistar la Casa Blanca antes del advenimiento del presidente con poderes especiales, y tantos y tantos momentos.

Sea dicho de paso, al presidente de Europa en mi Cyclus Apocalypticus me lo imagino como al presidente Snow de la foto.