jueves, diciembre 09, 2021

Los pobres, los pobres... ¡cread prosperidad!

 

Por si alguien tenía alguna duda de que nos encaminamos hacia una recesión global, los datos de producción del sector manufacturero chino son claros: contracción. Y además esta es una tendencia que se consolida. Eso unido a su sector inmobiliario que, sin ninguna duda, va a iniciar no ya un inicio bajista, sino una verdadera explosión de una burbuja, nos muestra sin ningún lugar a dudas lo que podemos esperar de los próximos años.

Las industrias de China son el mejor exponente de la salud económica mundial y su sector inmobiliario son el mejor modo de iniciar un pánico financiero que se extienda por todo el globo. Lamento dar malas noticias, pero así están las cosas.

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España lleva una década de crecimiento económico perdido. Podíamos haber reducido la pobreza, podríamos haber hecho de nuestra sociedad un lugar más cómodo para todos, sobre todo para los más desfavorecidos. Pero nos hemos enrocado en políticas destinadas a mantener el Poder al que en cada momento lo tenía.

Tampoco sería yo muy duro con Mariano Rajoy. Las reformas que se deben hacer no se pueden hacer; eso es un hecho. El sistema tiene que reformarse, pero está encadenado. Si hablas con un experto, con alguien que realmente sabe, te dirá que está muy claro qué debe hacerse para que todos salgamos ganando. Pero los sindicatos y las izquierdas están lejísimos de aceptar una racionalización del sistema: el mercado de trabajo (verdadero lastre para todos), el entero sistema tributario (que tiene que ser reformado de arriba abajo), el sistema de pensiones (que requiere de reformas antes de que haya que hacerlo de emergencia y a toda prisa).

La inacción conlleva consecuencias. Lo más triste como sacerdote es saber que esas consecuencias las sufrirán los más pobres.

Por decir tres cosas concretas y no hablar de generalidades.

—Ahora mismo los que más pagan impuestos, porcentualmente respecto a lo que ingresan, son los pobres. Los ricos lo tienen todo en paraísos fiscales. En términos relativos son los que menos pagan.

—Lo que es una locura es, cada vez que se necesita dinero, grabar con más impuestos a las empresas que crean riqueza. Eso lo entiende hasta el último de la clase: lo que hay que hacer es favorecer al máximo a los que se animen a crear puestos de trabajo y a crear riqueza; no desincentivarlos.

—A los ricos hay que dejarlos en paz porque todos ya se han llevado su dinero a los países tributariamente benignos. Pues mejor que vengan aquí todos y lo gasten aquí, y no que se lo lleven a Londres. Parece de sentido común. Pero queda muy bien un discurso anunciando que se les va a hacer pagar más. ¡Que ya no tienen el dinero aquí!

Son tres cosas fáciles de entender. Racionaliza todo para que los impuestos se distribuyan de forma más uniforme y racional, no castigues a las empresas y atrae a los ricos. Esta última partida para nada es despreciable. Un pequeño porcentaje de la población posee unos recursos fabulosos: en Estados Unidos y en España.

Esto respecto a los impuestos, lo mismo respecto a los otros campos. Aquí no se trata de ser de izquierdas o de derechas, de lo que se trata es de buscar el bien común. Hay que favorecer al Pueblo con medidas realistas, no ideológicas. Cuando la política interfiere en la realidad, cuando se da la espalda a lo que se debe hacer, es cuando vemos a países sumidos en una crónica crisis económica. Otros progresan y ellos siguen siempre en invierno.

Hay que favorecer a los pobres al máximo. Pero si lo hacemos a base de impuestos a las empresas y a los ricos, el mal resultado está asegurado.