El golpe de Estado de
Perú fue inadmisible, absolutamente inadmisible. Ahora bien, la constitución de
Perú es un desastre, como tantas otras del mundo.
Pues despliega unas normas que, de forma ordinaria,
llevan al bloqueo entre el poder ejecutivo y el
poder del congreso.
Como ya he dicho en otros
posts, no deben existir elecciones presidenciales.
Las únicas elecciones deben ser para escoger a los representantes del Pueblo
(el Congreso) y que estos escojan al más adecuado
para gobernar, aunque no sea muy popular.
Si hay unas elecciones
para el parlamento y para la presidencia, cada vez que el signo político en el congreso
no concuerde con el de la presidencia tendremos
un bloqueo. Y si concuerdan, el papel controlador
del congreso será nulo. Como se ve, esa bifurcación electoral es un
sinsentido. Lo lógico es que el Pueblo escoja a sus representantes, y estos
escojan al presidente del Gobierno, y que lo retiren si lo ven conveniente. Con
ello se logra que haya una sincronización armónica entre las dos instituciones.
Y al mismo tiempo el congreso siempre puede destituir
al presidente. Mientras que si el presidente ha sido investido por una votación
directa del Pueblo, con razón puede alegar que tiene un mandato directo.
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Para mí el gran reto
constitucional es cómo lograr que los partidos del congreso escojan al mejor
presidente, al más adecuado, y no busque cada partido su propio bien
particular. Eso tiene que ver con la moralidad de los que lideran cada partido,
y tiene difícil solución. ¿Cómo lograr que el parlamento no se convierta en un
continuo y agrio enfrentamiento entre intereses egoístas?
Incluso aunque sean los
electores los que escojan a los congresistas, ¿cómo evitar que los partidos se
conviertan, cada vez más, en fuente de odio, de división nacional? ¿Cómo evitar
la degradación moral de la política? Salvo que apliquemos remedios enteramente
espirituales (la oración, la predicación, etc.), no veo solución. Quizá no la
hay porque el problema es moral y la solución solo puede ser moral.
Pero mientras se desea
una conversión moral, es cierto que hay reglas del juego que son causa de
problemas, de graves problemas.
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La próxima vez que vaya a
un país y me pregunten en el aeropuerto si vengo a hablar del demonio, les contestaré
que vengo a predicar de Derecho Constitucional. Créame, señor periodista, el
mundo de la política es mucho más enrevesado que el de los demonios. Hay que
reconocer que el liderazgo en el infierno es bastante más estable que el de
algunos países.