domingo, diciembre 04, 2022

Ya que ayer mencionaba este plato, hoy pongo la foto

 

Estoy viendo, por segunda vez, los seis episodios del documental Apocalipsis: la Guerra Fría. Solo puedo quitarme el sombrero ante un documental tan detallista, tan profundo, tan insuperable en todos los aspectos.

Pero cuando uno ve las inmensas consecuencias, trágicas, del comunismo en la Humanidad, uno entiende mejor cuánto daño ha hecho esa doctrina. ¿Cómo fue posible que el marxismo adquiriera en los años 60 y 70 ese barniz de respetabilidad en las sociedades democráticas? Aquellos regímenes no eran otra cosa que verdaderas maquinarias de opresión. Opresión para sus propios conciudadanos, pero verdaderos cánceres para las pacíficas naciones vecinas.

Se trataba de regímenes de esclavitud que solo acabaron por una decisión divina. En verdad que podían haber perdurado varias generaciones más.

Con razón que la bandera de la Unión Soviética, de China, de Vietnam, Albania fueran completamente rojas, porque esos Estados nacían de verdaderos baños de sangre de los ciudadanos que lucharon por la libertad antes de convertirse en naciones de siervos.

Por decisión divina, solo por eso, Portugal se libró de ese cáncer en 1933 y España en… [de mi país no digo nada que pueda ser constitutivo de delito dentro de un par de años].

¿Podemos hablar de neomarxismo ahora? No, realmente no. Los gobernantes de países como Venezuela, Nicaragua y otros lo que practican es un populismo tiránico, pero ya no existe ninguna cobertura intelectual, por más que esos presidentes crean que sí. Se consideran herederos de los países marxistas, pero realmente son dictaduras populistas sin otro rumbo ideológico, carentes de cualquier soporte intelectual, que la sencilla idea de aferrarse al poder a costa de la lucha por los pobres.

No, no podemos hablar de neomarxismo, sino de populismo latinoamericano del siglo XXI. Por abreviar podríamos hablar de neopopulismo. Después de los resultados que este tipo de partidos han tenido en Italia o España en lo que llevamos de siglo (con subidas y bajadas), para nada debemos tomarnos a la ligera el peligro que suponen para la democracia.

La influencia de los grupos neopopulistas en la política española se ha evidenciado en la legislación, en la radicalización del rumbo de varios partidos y en más aspectos que no voy a desgranar. El peligro es real y no se conjura porque el resultado sea uno u otro en una determinada consulta electoral.

Hay quienes piensan que la Iglesia debería estar abierta a este nuevo tipo de “ideas”, pero me congratulo de que los obispos de España y el clero no se ha dejado engañar lo más mínimo. Guardan silencio porque ¿serviría de algo decir en voz alta lo que pensamos? Sí, guardan silencio, pero no hay ninguno de los obispos que haga ningún gesto hacia ese tipo de grupos. Nos llegará nuestra hora, no tengo la menor duda, pero al menos nos habremos mantenido con dignidad hasta el momento en que ellos se quiten la careta y muestren su verdadero rostro. Aunque ya de por sí la careta es un verdadero anuncio de lo por venir.