El tema de la energía en España se
ha transformado en una emergencia nacional. Está en juego la supervivencia de toda
nuestra economía. Hemos entrado en una espiral de destrucción del sector
productivo que marcará un antes y un después si no se toman con urgencia medidas
muy severas. No hace falta esperar a ver qué sucede en un año. Los resultados
ya se pueden predecir ahora. Esperar a dentro de un año para tomar medidas es
inaceptable.
Hay que dejar claro a la Unión
Europea que se deben tomar medidas ya de manera urgente. ¿Qué medida tomaría
con la autorización de Bruselas? La nacionalización temporal de todo el sector
energético: gas, electricidad, distribución de hidrocarburos. Las gasolineras
seguirían siendo de propiedad privada, pero se fijaría el precio por ley para
que haya un beneficio justo.
Todo ese sector debe regirse por el
principio de que deben ganar un beneficio justo, razonable, pero no se pueden aprovechar
para hacer caja a costa de la destrucción de toda la economía.
Se fijará el precio real de cada producto
(lo que se paga por la gasolina, gas, electricidad y el precio de distribuirla.),
se fijará un margen adecuado. Con un margen mínimo los beneficios para la
industria ya son inmensos. Lo que no pude ser como ahora es que sean
disparatados a través de un sistema laberíntico hecho contra el bien común.
No se pondrán impuestos a esos
productos. Sí que se colocará un pequeño margen de sobrecoste para ofrecer un
precio estable cuando esos productos fluctúen en el mercado, así la industria
española, la agricultura, todos, no se resentirán tanto de los vaivenes. Además,
ese margen se puede usar para crear una reserva que sirva de segundo colchón
ante esos vaivenes. Estados Unidos creo una reserva federal hace años que lleva
ejerciendo una magnífica función para ese país: comprar cuando está barato, vender
cuando está caro.
Hay que preservar la industria a
toda costa, y la agricultura y el sistema de transporte de mercancías. Ya no se
pueden buscar pequeños apaños, pequeños remiendos. Llevamos muchos años de
antiracionalización del mercado energético en este país. No es cierto que la
crisis vaya a afectar a todos por igual. España se enfrenta a una pobreza si
precedentes. Ya no estamos hablando de mayor o menor crecimiento del PIB,
estamos hablando de una destrucción sistemática de las fuentes de ingresos para
España.
Al mismo tiempo se requiere
favorecer todo lo que se pueda las placas solares, parques eólicos y la energía
nuclear. Alguien ingenuamente pensará que ya se favorecen todo lo que se pueda,
por ejemplo, la energía solar. Pues no, lamento deciros que no; no me voy
a extender en este artículo, pero la capacidad de los gobernantes (sean los de
ahora o los de la oposición) para hacer las cosas de forma contraria a la razón
es admirable. En este campo los dos partidos tienen culpa: muchas y algunas muy
grandes.
Escribo este post viendo la que se
avecina y cómo de momento se van buscando pequeños apaños por aquí, algunas
subvenciones por allá.
Cuando la pobreza se abata sobre
España, podré recordar con toda verdad a mis compatriotas: “No os quejéis. Les votasteis
vosotros. Tenéis lo que os merecéis”.
Es cierto que el sistema no me
permite votar ni al candidato ideal, ni al partido ideal. Pero una cosa es eso
y otra seguir votando a las peores opciones políticas posibles y a los peores políticos
posibles. El futuro de España lo veo muy claro y os lo habéis merecido. Otros lo
sufriremos sin culpa, pero millones de votantes han sido unos insensatos. Esto no
lo puede decir, ¡jamás!, un político. Pero yo que miro la licitud o ilicitud de
los actos os lo digo: “¡Sois culpables!”.
Hay una culpabilidad colectiva. También
millones de personas pueden tener responsabilidad. No se diluye la culpabilidad
por el hecho de que tantos hayan seguido el mismo mal camino.
No estoy diciendo que el PP es el
bien, el PSOE es el mal. Las cosas son más complejas. Los casos cuanto más intermedios
son más difíciles de juzgar, y eso que yo ni lo intento, ni debo hacerlo.
Ahora bien, hay opciones políticas o de personas que son tan insensatas, que conllevan
una carga evidente de calificación moral. Hablando en general, no podemos decir que se
pueda votar a determinadas opciones y afirmar que uno solo ha caído en el error. Hay errores de juicio tan evidentes que solo una persona moralmente desnortada puede caer en ellos.
Yo no debo ahora concretar, pero la repercusión moral del acto de votar está fuera de toda duda.
Lo que sí que es evidente es que el
mercado de la energía hace años que se ha construido contra el bien común y a
favor de empresas que pueden pagar ejercer lobby ante los gobiernos y ante la
Unión Europea.
El problema es que ahora sus
beneficios se han disparado más allá de lo imaginable, pero es el entero sistema
el que se va a desplomar en sectores enteros con un derrumbe incontrolado.