viernes, agosto 19, 2022

Poniendo caras

 

Ayer, leí un rato La Regenta. Día tras día, cuando la leo, me pregunto cómo es posible tal perfección en un libro. Es una obra que llega a tales niveles de suprema belleza y profundidad literaria que me parecen casi imposibles. Cada día la obra me deja con la boca abierta. La estoy disfrutando mucho más ahora que la primera vez que la leí.

Y pensar que el autor murió con 49 años. Lo que me he enterado hoy es que, durante la guerra civil, el bando franquista fusiló a su hijo que era socialista. Su padre había fallecido de tuberculosis intestinal más de treinta años antes, así que no tuvo que ver tal tragedia. Lo que debe sentir un padre cuando pasan por las armas a su hijo debe ser imposible de expresar.

Me ha llamado la atención que el autor de una obra tan hermosa tuviera una vida tan corta y enferma en sus últimos años.

Por acabar con una nota humorística, diré que al protagonista, el malvado canónigo, desde que empecé a leer la novela, le pongo la cara de un cura de mi diócesis que encaja perfectamente en el físico del personaje y en ciertos aspectos de su maldad.