domingo, noviembre 13, 2022

La bendición del altar

 

Como este blog lo leen sacerdotes, allá va una opinión mía por si a alguien le es de utilidad. Un altar debe ser consagrado con todos los ritos que marca el ritual correspondiente: oraciones, unción con santo crisma, etc.

Ahora bien, ¿qué hacer si uno sospecha que un determinado altar de una capilla que se lleva usando desde hace años tal vez no fue consagrado? Pues en mi opinión no debe ser consagrado.

La obligación de consagrarlo antes de celebrar misa en él es preceptiva. Ahora bien, si se ha celebrado misa sobre él desde hace tiempo, el altar ya ha quedado perfectamente consagrado por la misma presencia de Jesucristo en la Eucaristía. En mi opinión, no se debe consagrar porque ya está bendecido y santificado por los misterios sagrados celebrados sobre él.

Lo mismo vale para un cáliz del que se dudara si fue consagrado con rito que marca el bendicional. Esta duda también me asaltó respecto a los corporales y purificadores de cierta sacristía, y el criterio es el mismo. En mi opinión, no se deben bendecir si han sido usados durante cierto tiempo.

Por supuesto que yo bendigo todos los objetos que se usan en el santo sacrificio y todos y cada uno de los ornamentos con los que me revisto. Las bendiciones tienen un efecto espiritual, pero también pueden tener otro tipo de efectos.

Cuando mi madre me cosió mi primera alba, quedó tan blanca, tan bonita, que al bendecirla le pedí a Dios que no se manchara la parte de las rodillas de esa alba. Pues si uno se arrodilla en suelos sin alfombra, al cabo de los años, esa parte puede perder su blanco primero. Pues me quedé sorprendido no solo de que no se hubiera estropeado esa parte del alba, sino también de que el alba ocho años después siguiera en un estado idéntico al del primer día.

No recuerdo cuando la sustituí por otra. Creo que cerca de los diez años: la tela ya comenzaba a amarillear. Solo he tenido dos albas en toda mi vida, y me ordené en 1994; y es una prenda que uso todos los días. Las sotanas sí que van perdiendo el negro original al cabo de unos años y os aseguro, lo he probado, que no hay manera de volverlas teñir.

He puesto la foto de este altar porque es muy bonito, pero me gustan más los altares exentos. No solo porque permiten celebrar de cara al pueblo (algo que tiene un bello simbolismo), sino también porque se realza la dignidad del altar.