(Otro bonito altar. Algo que no tiene relación con el post.) Alguien pensará que es
pura casualidad la frecuencia con que en Estados Unidos las votaciones
presidenciales y al congreso dan un resultado tan cercano al 50% de los
representantes de cada partido. Pues no, no es casualidad. De nuevo, el sistema
es el que favorece esa situación tan generadora de problemas.
En España, en unas
elecciones generales al congreso, se cuentan todos los votos individuales. Las
diferencias, por ajustadas que sean, difícilmente bajarán de varios millones de
votos. Si a eso añadimos una cierta variedad de partidos, las diferencias son
muy notables y nunca se han dado situaciones de perplejidad en el recuento.
El sistema electoral de Estados Unidos, por el contrario, favorece que se den con mayor frecuencia resultados muy ajustados. Pues lo que cuenta al final del proceso son los escaños por estados. Por decirlo de un modo pedagógico: es más fácil un empate entre veinte votos estatales, que no con millones de votos de diferencia entre las opciones más votadas.
Es decir, en Estados Unidos el mismo sistema favorece que aparezcan resultados muy ajustados. Todos nos damos cuenta de lo peligroso que es eso para una democracia. Ese sistema fatídico ha provocado que ya en varias de las últimas elecciones, después de los recuentos, vengan las apelaciones a los tribunales. Los resultados de la voluntad popular varios de los últimos años no han estado claros y han tenido que ser los tribunales de justicia los que den a uno u otro la victoria según sea el fallo. Eso, indudablemente, es muy negativo para la democracia.
Debería haber un acuerdo entre los dos partidos de ese país para afrontar los puntos problemáticos y hacer una reforma consensuada. Volver la espalda a los problemas provoca que estos estallen en el peor momento posible, y que un pequeño problema se transforme en un gran problema, que es lo que antes o después va a pasar en ese país, acordados de mis palabras.
Antes o después, va a haber algún problema realmente serio con respecto a la legitimidad de algún resultado electoral. Más vale resolver esos asuntos ahora, en calma, que no en caliente.
Es raro que en EEUU, a nadie se le haya ocurrido que el sistema electoral es demasiado rígido y no siempre es fiel reflejo de la voluntad popular
ResponderEliminarCircula por las redes la frase: "no importa quien vota, sino quien cuenta los votos"... frase que se le atribuye a Stalin.
ResponderEliminarStalin tuvo razón... hasta que apareció Smartmatic.
Me gusta más este altar.
ResponderEliminarPadre: Creo que es inevitable una mayor división entre izquierda y derecha en EUA. Cada uno piensa en el otro como Satán.
ResponderEliminarQué belleza de detalles een el altar, y con discretos adornos para la Navidad.
ResponderEliminarUna inconsistencia en un sistema electoral como el de E U, es más que peligroso para una democracia que se encuentra tan polarizada. Ojalá se coloquen de acuerdo entre ambos partidos, para subsanar ésto, que es una grieta cada vez más profunda. Pues otros bloques de poder en el mundo, sí que lo aprovecharían a su favor.
Lo mas hermoso del mundo Cristo en el CENTRO del altar
ResponderEliminarEl crucifijo en el centro del altar en la Misa “hacia el pueblo”
Desde tiempos remotos, la Iglesia estableció signos sensibles que ayudaran a los fieles a elevar el alma a Dios. El Concilio de Trento, refiriéndose en particular a la Santa Misa, motivó esta costumbre recordando que “Como la naturaleza humana es tal que sin los apoyos externos no puede fácilmente levantarse a la meditación de las cosas divinas, por eso la piadosa madre Iglesia instituyó determinados ritos [...] con el fin de encarecer la majestad de tan grande sacrificio [la Eucaristía] e introducir las mentes de los fieles, por estos signos visibles de religión y piedad, a la contemplación de las altísimas realidades que en este sacrificio están ocultas” (DS 1746).
Uno de los signos más antiguos consiste en volverse hacia oriente para rezar. Oriente es símbolo de Cristo, el Sol de justicia. “Erik Peterson ha demostrado la estrecha conexión entre la oración hacia oriente y la cruz, conexión evidente como muy tarde en el periodo constantiniano. [...] Entre los cristianos se difundió la costumbre de indicar la dirección de la oración con una cruz sobre la pared oriental en el ábside de las basílicas, pero también en las habitaciones privadas, por ejemplo, de monjes y eremitas” (U.M. Lang, Rivolti al Signore, Siena 2006, p. 32).
ResponderEliminar“Si se nos pregunta hacia dónde miraban el sacerdote y los fieles durante la oración, la respuesta debe ser: ¡a lo alto, hacia el ábside! La comunidad orante durante la oración no miraba, de hecho, adelante al altar o a la cátedra, sino que elevaba a lo alto las manos y los ojos. Así el ábside llegó a ser el elemento más importante de la decoración de la iglesia, en el momento más íntimo y santo de la actuación litúrgica, la oración” (S. Heid, «Gebetshaltung und Ostung in frühchristlicher Zeit», Rivista di Archeologia Cristiana 82 [2006], p. 369). Cuando, por tanto, se encuentra representado en el ábside Cristo entre los apóstoles y los mártires, no se trata sólo de una representación, sino más bien de una epifanía ante la comunidad orante. La comunidad entonces “elevaba las manos y los ojos 'al cielo'”, miraba concretamente a Cristo en el mosaico absidial y hablaba con él, le rezaba. Evidentemente, Cristo estaba así directamente presente en la imagen. Dado que el ábside era el punto de convergencia de la mirada orante, el arte proporcionaba lo que el orante necesitaba: el Cielo, desde el que el Hijo de Dios se mostraba a la comunidad como desde una tribuna” (Ibíd., p. 370).