lunes, marzo 20, 2023

El luto



En mi vida, por razones laborales, he presidido cientos de funerales. Me llama la atención que algunas mujeres jóvenes, incluso situadas en el primer banco de los familiares, van vestidas de un modo completamente inadecuado para el acto al que asisten. Un funeral tiene sus propias reglas protocolarias.

En la época de mis abuelos, el día del funeral se vestía luto riguroso. Menos la camisa, todas las prendas, sin excepción, eran negras.

En las esposas e hijas el periodo de luto riguroso era más largo que en los hombres. En la esposa, solía ser de un año. Si la familia no era de muchos recursos, la esposa teñía sus prendas de negro. Durante el luto riguroso no se podía asistir a ciertos actos sociales: baile del pueblo, bodas, teatro, fiestas patronales.

Los hombres, a veces, se cosían un brazalete negro en la manga del abrigo o de la americana. Otros, a veces, se colocaban un galón negro colgando en la solapa.

En las mujeres, el tiempo de luto riguroso (que dependía del grado de parentesco) daba paso al tiempo de medio luto. En ese tiempo, se podían llevar prendas negras con otras blancas o grises, también moradas y lilas; colores estos últimos penitenciales. De niño, en Barbastro, veía a mujeres que vestían durante algún tiempo un hábito de estos colores para pedir una gracia del cielo. En la España católica estas cosas eran tan normales.

Todo este sentir público que motivaba una vestimenta especial a causa de la ausencia de un ser querido, llama la atención por contraste con forma de vestir, actualmente, de algunas personas jóvenes en un funeral.