Ya tenía casi acabada en
mi novela la parte en que Pablo redacta la Carta a Tito, cuando, de pronto,
como un meteorito, cae, ante mis ojos, la línea en la que Pablo le escribe en
el final de la epístola:
Haz lo que puedas para venir a mí en Nicópolis,
porque he decidido pasar allí el invierno.
Madre mía. Cualquier otra
cosa la hubiera podido encajar sin ningún problema en el texto. Pero esa
pequeña línea desbarataba muchas cosas ya escritas. Porque la carta no pudo ser
escrita antes de cierto momento (no os aburro con los detalles) ni después de
cierto momento. Además, se suponía que Tito estaría cerca de Nicópolis de Epiro
(hay tres ciudades con ese nombre), cuando yo lo situaba en Creta para ese
momento. En fin, en esos casos, se coge la maza y se derriba sin
contemplaciones. Hasta estación del año de la primera redacción la tuve que
cambiar.
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Sea dicho de paso, entre
los rostros pintados sobre los sarcófagos de las momias de El Fayum, había uno
que era perfecto para la portada de mi novela, como rostro de Pablo.
La cantidad de rostros
que había tenido que mirar fue grandísima (la colección es de un millar de momias)
y ese rostro era impresionante. El problema es que si ponía ese rostro, la
gente se imaginaría a un Saulo de treinta años con esa faz. Era imposible no hacerlo.
Así que tuve desechar la idea. La portada hubiera sido una distorsión imposible
de obviar.
Os aconsejo esta interesante
web de recreación de rostros de esa zona siguiendo las pautas de los retratos
citados: