Perdonad, aunque me ponga
un poco pesado, que vuelva a hablar de la música que ayer escuchaba (y me
emocionaba): Bach, claro.
Se trababa de la cantata
BWV 140, titulada Despertad, nos llama la voz.
Para los que no sabemos
alemán, en Bach el título resulta siempre esencial. Incluso sus obras
instrumentales se escuchan de otra manera si uno conoce el título. El título
añade algo a la música, le inserta un corazón, su nuevo sentido a la música. El
título nos enseña cómo escuchar esa composición.
En el caso de esta
cantata, hay que escucharla bajo el alma que le dan esas palabras: Despertad, nos llama la voz. Esas palabras se
repiten en el espíritu de la cantata citada tanto como los motivos musicales
que la componen. ¡Despertad, nos llama la voz!
En el caso de esta pieza
musical, la letra es impresionante:
Despertad, nos llama la
voz
de los vigías, arriba en
la torre;
despierta, tú, ciudad de
Jerusalén.
medianoche se llama la
hora;
nos llaman con voces
brillantes;
¿dónde estáis, vírgenes sabias?
Sin duda ha llegado el
Novio;
levantad, tomad vuestras
lámparas,
¡Aleluya!
Preparaos para la boda,
habéis de encontraros con
Él.
Cuando ayer (y antes de
ayer, y años atrás), escuchamos voces de Viganó, de Lefebvre, de Leonardo Boff,
de Hans Küng, que nos presentan un cristianismo en lucha (no contra el Mal,
sino contra otros hermanos), un cristianismo agrio (sea de “derechas” o de
“izquierdas”), entonces resuena la voz de Bach que nos presenta un cristianismo
angélico, recién bajado de los cielos.
Cuando estamos en mitad
de nuestros fatricidios, entonces se levanta la voz de ese hombre, una voz de
hace casi trescientos años, y nos dice con su voz de ángel Despertad, nos
llama la voz. Ciertamente, su voz es la de un enviado de Dios.
Pero escuchadle a él
mismo, escuchad la calidez y el tono de su voz:
https://www.youtube.com/watch?v=DqZE54i-muE
No sé, si esto no es la
voz del cielo, se le parece mucho. Si uno escucha a Hitler, escucha al mismo
infierno. Pero uno escucha la BWV 140 y contra eso no hay discurso de Hitler o
Stalin que valga.
Después, la música lleva
al coral Zion hört (Sión, escucha).
Sión, escucha el canto de
los vigías,
su corazón late de
alegría en su seno,
se despierta y se levanta
con presteza.
Su glorioso Amigo llega
del cielo,
fuerte en la
misericordia, poderoso en la verdad,
Su luz brilla, su
estrella se levanta.
Ven ahora, corona
preciosa,
¡Señor Jesús, hijo de
Dios!
¡Hosanna!
Sigámosle todos
a la sala de la alegría
y unámonos en la cena.
Sí, la letra cambia
totalmente la música. Lo que es mera música, con la letra, se transfigura.
El coral final Gloria
sei dir gesungen es una música perfecta para una acción de
gracias. El tercer coral me gusta menos que el segundo que he mencionado. Y el
segundo menos que el primero, con el que arranca la cantata. Pero es que ni
siquiera Bach podía mantener el mismo nivel de genialidad en toda su obra. En
sus composiciones hay momentos grandiosos, composiciones no tan buenas y
momentos de puro relleno. Él mismo lo sabía.
En fin, incluso el tercer
coral que considero el peor, es insuperable para el momento de acción de
gracias tras la comunión. ¿Qué nos dice Bach en ese momento de su cantata?
Sea
dicho de paso, el himno no es de Lutero, sino de Philipp Nicolai:
Cantemos tu Gloria
con lenguas mortales y
angélicas,
con arpas e incluso con
címbalos.
De doce perlas están
hechas las puertas,
en tu ciudad
acompañaremos
a los ángeles, arriba,
junto a Tu trono.
Ningún ojo ha visto
nunca,
ningún oído ha escuchado
jamás
tanta alegría
como gozamos.
¡Io, Io,
eternamente in dulci
jubilo!
Estoy convencido de que
Lutero, Nicolai, Lefevbre y Carlos V pasean ahora por el cielo, en maravillosa
armonía, repitiéndose, de vez en cuando: ¿Os acordáis de lo tontos que fuimos
mientras estuvimos sobre la tierra?