domingo, junio 06, 2021

A vueltas, con la idea de una acrópolis

 

Cuando he expuesto los proyectos de Monclovia, los edificios más altos de ese nuevo foro tienen entre diez y quince pisos de altura. Solo el edificio del congreso, como máximo, podría tener veinte pisos de altura.

Alguien puede pensar que el tamaño del complejo es excesivo. Pero España no es Andorra ni San marino, daré dos datos. Solo en la Universidad de Alcalá asistían a clases antes de la pandemia 28 000 estudiantes, impartidas por más de 2000 profesores. En mi hospital, hay 550 camas y trabajan 2500 personas.

Pero hay una cosa que habéis comentado que es cierta: un complejo de este tipo se convertiría en la diana preferida de los terroristas.

Ahora bien, no olvidemos que si un terrorista quiere sembrar la destrucción en Madrid, le sobran lugares emblemáticos para escoger. Monclovia sería otro lugar emblemático, pero con la particularidad de haber sido creado pensando en la seguridad antiterrorista desde el principio del proyecto.

No os voy a aburrir en todas las medidas que he pensado para una acrópolis de este tipo. Medidas contra el terrorismo y medidas para evitar masas descontroladas de antisistema. Baste decir solo una cosa de lo que sería una larga lista: el congreso sería una verdadera fortaleza con muros de hormigón hasta cierta altura y gruesas planchas de acero en las ventanas; y eso que ninguna ventana estará a menos de nueve metros de altura; todas las puertas de acceso al congreso se cerrarían con solo pulsar un botón. Cerradas con pesadas planchas verticales pensadas para resistir un verdadero asalto medieval.

El edificio del parlamento sería una fortaleza para ser defendida con antidisturbios en su perímetro, pero pensada para ser defendida en sus mismos muros si todo fallara. Sin contar con que todo el complejo estaría pensado para ser compartimentado en sectores aislados en el menor tiempo posible.

Sí, muchos me habéis señalado la cuestión de la seguridad. Pero este sería un lugar que elevaría la seguridad a un nuevo nivel.

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Concuerdo con lo que ha dicho otro lector, en el caso de Pekín, construir una réplica perfecta de la Ciudad Prohibida pero con edificios internamente funcionales y externamente tradicionales sería todo un precioso reto para cualquier arquitecto.

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Respecto a otro comentarista: Amo la arquitectura contemporánea. Lo que busco en los premios de arquitectura son los edificios más innovadores, no repetición de estéticas pretéritas. Ahora bien, para el caso de esta acrópolis, me decanté por lo neoclásico. Pero le di muchas vueltas acerca de cómo podría ser una arquitectura auténticamente española. Pensé en un lugar donde los edificios de oficinas fueran, externamente, copias de castillos existentes. Pero el proyecto era menos “creíble”, parecía más teatral. Podía haber desarrollado otro proyecto con arquitecturas como la de El Escorial o la Alhambra. Pero la imagen de edificios de apariencia de mármol blanco sobre el césped verde me pareció la más agradable a la vista.