viernes, junio 18, 2021

Más vale que me refugie en el tranquilo mundo de las letras capitulares

 

Hoy me he enterado de que el presidente Bukele, hace pocos días, ha aprobado una ley por la que el Bitcoin es moneda de curso legal en El Salvador y que nadie (con alguna pequeña salvedad) se podrá negar a recibir bitcoins como pago por sus transacciones. Impresionante. Me he quedado de piedra. Bukele se calificó como de izquierda radical y su deriva ha ido hacia el autoritarismo. Compadezco a El Salvador.

¡Pero si el bitcoin no es una moneda! Es solo un producto financiero. Pero un producto financiero no normal, sino una mera burbuja especulativa. Es decir, no tiene nada dentro, solo aire.

Algunos que no saben repiten que las monedas de los Estados son igual. Se equivocan. Eso es tan tonto como afirmar que un sello no vale nada porque es un papel con dibujitos. El sello vale porque tiene al sistema postal detrás. Una moneda vale porque tiene al Estado detrás y es el Banco Central el que se encarga de que esa moneda sea estable, segura y se pueda confiar en ella. Una moneda vale porque el Estado sale garante de esa moneda. Del mismo modo que un cartel de la fachada de una casa que dice “Esta casa está protegida por la compañía tal de seguridad” vale algo, más o menos, porque detrás hay una compañía.

Es una explicación simplista para no entrar en tecnicismos, pero no es verdad que una moneda no valga nada, vale lo que vale el Estado que la respalda. El bitcoin no tiene detrás a ningún Estado, solo a intereses particulares de individuos anónimos que, por supuesto, abandonarán el barco si en algún momento ven que ya no les va a producir beneficios. Serían tontos si no lo hicieran. Se metieron en esto para sacar beneficios y se saldrán en cuanto eso no sea así. ¿Comenzáis a ver la diferencia entre el dólar y el euro, y el bitcoin y el “la libra de la República Imaginaria de Yucuyucru”?

Las razones por las que una moneda vale y el bitcoin es una simple burbuja especulativa son muchas, pero no las voy a explicar a aquí. Cualquier economista las conoce. Lo malo de esta burbuja es que cuanto más grande se haga, cuanto más tarde en explotar, a más gente va a arrastrar. Lo que nunca me imaginé es que la codicia de una persona embarcara a una nación entera de seis millones de habitantes.

El Salvador tenía al dólar como moneda de curso legal: una divisa estable y segura, en la que se podía confiar. ¿Como Bukele ha aprobado que sea obligatorio aceptar como pago un producto financiero inestable, que no está respaldado y que se podrá caer del todo hasta llegar a valer cero? Pues sencillamente lo sospecho, pero no lo digo.

Post data: Cuando veo a ciertos políticos de la Unión Europa, pienso que no se pueden hacer las cosas peor. Pero me equivoco. Siempre hay alguno que adelanta por la izquierda a toda velocidad.