El otro día,
hablaba de cómo en una ceremonia de investidura no estaría mal imponerle un
collar que simbolizara su autoridad presidencial.
A eso se
podría añadir una banda presidencial. Al estilo de la que lleva el rey Felipe
cuando va de gran gala. En esta foto, se comprueba que la sobriedad siempre es nota de distinción.
Y, por
último, también me ha parecido interesante un bastón de mando como el que llevaba
Pinochet en Chile. (Ya he dejado claro que para mí Pinochet es culpable de
infinidad de cargos gravísimos.) Pero pongo debajo la foto de su bastón de
mando. (El bastón no tiene culpa de nada. Es completamente inocente.) Sería un
objeto que se llevaría solo ese día de la investidura y muy pocas veces más.
Esta costumbre del bastón de mariscal no solo la tenían los nazis, también los franceses, los ingleses y, algo parecido (hasta cierto punto), España. Franco tenía el suyo, como se puede ver en las fotos de su féretro, aunque no pongo ninguna porque en todas las fotos el bastón se ve muy de lejos. España, desde el siglo XVI, tiene una larga tradición de lo que aquí se llamaban bengalas.
Este es de
Francia.
Y este lo
lleva en príncipe Carlos.
Francamente,
soy demócrata, pero a nuestros presidentes los veo como pollos desplumados frente
a la estética monárquica. Habría que vestirlos con algún símbolo más. Un
poquito de parafernalia no está reñida con la democracia ateniense.