Varias veces he hablado
de que la etapa de purificación no creo que se retrase más allá de 15 años. O
por ser más preciso: supongo que en 15 años estaremos bajo el ojo del huracán. ¿Qué pensaba un alemán en 1930? ¿Hubo quién vio venir la
tormenta?
Esta afirmación es una
opinión personal que puede estar totalmente equivocada. Ningún ángel me ha rebelado
ninguna fecha. Lo de los 15 años lo afirmo (como opinión) porque la aceleración
del cambio moral que hay en la sociedad si se prolongara durante, por ejemplo, 30
años más sería catastrófico. 5 años es demasiado
poco, no veo causas para una tormenta tan cercana. 25 años es demasiado, un
cuarto de siglo. Las cosas pienso que ocurrirán en ese entorno temporal: unos
15 años.
El que la etapa final de
esta civilización se acelere será una misericordia de Dios si lo que importa,
realmente, es el destino eterno de las almas. Esa es toda la razón para mi
afirmación: la actuación divina para evitar el mal de las almas. No me baso en
ningún versículo de la Biblia para dar mi suposición. No veo signos del
Apocalipsis, ni uno. Pero sí que tengo la
sensación de final de civilización. Es como el ozono que se huele antes de la tormenta.
Signos apocalípticos, no;
pero es un hecho que varios partidos de izquierdas desean nacionalizar las catedrales. Es un hecho el alejamiento de los Mandamientos de Dios. Es un
hecho la tendencia a la apostasía de los países
de Europa Occidental. No hace falta ser profeta para estar convencidos de que
determinados grupos de presión, en cuatro o cinco años, pasarán a lanzar toda
una ofensiva legislativa y judicial contra
la Iglesia católica.
En el ambiente flota la
sensación del final de una época, justo en esta generación.