Estoy plenamente
convencido de que el pulso putiniano va a desembocar en la fase
cúspide de la que hablaba hace unos días. La duda es hasta qué fase
llegaremos en ese momento de clímax. Mi opinión es que veremos en las noticias
la fase 2 o la 3. Putin atacará alguna infraestructura esencial de la Unión
Europea, algo que realmente nos haga mucho daño.
Es muy triste estar a
unas semanas de descender un escalón en esa orgía de sufrimiento y destrucción,
y saber que todo se podría evitar si ese nuevo Gadafi diera marcha atrás. Pero no,
no puede retroceder; su psicología, su personalidad, se lo impiden. La marcha
atrás resulta imposible una vez iniciada la espiral de la que él no puede escapar.
Dentro de unas semanas,
todos diremos con lástima: “Todo se podía haber evitado”. Pero no, desde el
momento en que firmó la anexión de esas cuatro regiones, dejó bien claro que se
obligaba a sí mismo a elevar la apuesta a cada respuesta nuestra.
La pérdida de niveles de
democracia será el resultado directo de la pobreza masiva que se implantará en
la Unión Europea. Esos regímenes autoritarios serán el marco de la persecución
cristiana generalizada en el siglo XXI. Fátima. En el fondo ya se nos dijo todo
en Fátima. Todo hasta el comienzo de una nueva era de paz y religiosidad, de
armonía con Dios y entre nosotros. Pero la etapa previa sería como un nuevo
fascismo, solo que esta vez rabiosamente antifascista.