El autor de esta preciosa
foto de una flor es Gabriel Fernández. ♣ Ayer tuve una relajada y agradable
conversación con un sacerdote anglicano de Londres. También con un franciscano,
con una señora polaca muy amiga mía, y con un argentino que se dedica a las
finanzas.
♣ ♣ ♣
Desde hace tiempo no dejamos
de escuchar en las noticias la falta de acuerdo entre los dos principales partidos
del congreso para escoger jueces para el Consejo del Poder Judicial.
No estamos presentes en
las conversaciones para saber quién tiene la culpa de la falta de acuerdo. En
España hay infinidad de excelentes magistrados, del mayor nivel en cuanto a
conocimiento jurídico y de impecable honradez. ¿Por qué no hay acuerdo?
Indudablemente, hay gato encerrado. Alguien tiene la culpa. Pero lo repito: yo
no estoy en las conversaciones.
♣ ♣ ♣
En cualquier caso, este
es un ejemplo de cómo la constitución española no fue bien armada: no solo en
sus conceptos generales, sino también en su “fontanería concreta”. Toda buena
constitución debe contar siempre con una salida para una situación de bloqueo. Siempre.
Es algo elemental.
Cualquier experto constitucionalista
hubiera señalado ese defecto en el texto nada más leerlo. Pero los que la
redactaron en la mesa de Lardy carecían de ese nivel jurídico y a las pruebas
me remito: otro problema más creado por el texto.
Y eso que el mismo texto
de la constitución ya de por sí estaba redactado de un modo ambiguo en ese
punto, algo que es un pecado mortal en un texto jurídico que regula ni más ni menos
cómo se compondrá el máximo órgano que regulará la vida judicial de toda la
nación. Pero nadie debe extrañarse, los mismos padres de la constitución se han
ufanado de cómo había días en que los artículos se aprobaban por todos,
alrededor de esa mesa de restaurante, en cantidades llamativas. Después viene
lo que viene.
♣ ♣ ♣
La libertad de los
obispos de esta nación para hablar se cocinará en las bancadas del congreso. Ahora
bien, lo que se determine respecto a la composición del Consejo del Poder
Judicial facilitará mucho o no el que esa persecución se dé de un modo más
obstaculizado o todo vaya suave desde la primera instancia judicial.
Pero tal cómo está armada
nuestra constitución, al final será el congreso por pura votación el que
determinará qué hay que hacer contra los obispos para defender “derechos” y “libertades”.
El Consejo del Poder Judicial no tiene fuerza para resistir la legislación
emanada por el senado. Así que el momento actual no lo veo especialmente trágico.
La opinión pública está más preocupada por el futbol que por la independencia
del estamento judicial.
Como yo ya tengo cierta edad, a mí el guillotinamiento me cogerá en una edad en la que solo me servirá para ahorrarme el lento deterioro de la vejez, que puede ser más duro que un Robespierre que actúa a través de una justicia fulminante.
Cuando veo a la
vicepresidenta de mi país, Yolanda Díaz (del Partido Comunista), veo en ella madera para administrar la
justicia fulminante. Ya lo creo.