lunes, octubre 10, 2022

¿Pero en qué consiste la autoridad pontificia?

 

Lo que he dicho anteriormente respecto al papa me lleva a preguntarme: ¿qué es lo que hace que el papa tenga esa autoridad para determinar qué es de fe, qué no lo es, y para aclarar e interpretar esa fe?

¿Tiene esa capacidad por haber recibido un sacramento? No, el papado nunca fue un sacramento.

Sin ser un sacramento, ¿se produce una transformación de la persona? La respuesta es no. Ser designado para el pontificado no implica metamorfosis alguna en la persona.

El papado es una función. Con razón se habla de que al papa se lo designa. Uno es papa desde el mismo instante en que acepta su elección canónica. Es decir, es algo inmediato, no hay que hacer una oración, no hay que imponer manos. No hay una transferencia de nada. La persona sigue siendo la misma, solo que ahora ejerce una función.

Y lo que nos enseña la fe de la Santa Iglesia es que Dios le iluminará para ejercer esa función. Por lo tanto esa ayuda es algo externo. La inerrancia al determinar algo ex cathedra no viene de su corazón, no viene del seno de sus propias capacidades intelectuales, sino de la ayuda externa, de la iluminación de lo alto. Esa ayuda no está limitada solo a los momentos en que habla ex cathedra. Mientras ejerza esa función, Dios le dará ayudas como inmensas porque toda la Iglesia ora por él, porque interceden por el los santos; pero, sobre todo, porque, aunque nadie orara por él, Dios se ha comprometido a que dentro de la Iglesia el recurso último de defensa de la ortodoxia nunca pueda fallar cuando ata y desata algo en materia de fe de forma absoluta: “Esto es así, y punto”. En esos momentos supremos de ejercicio de la autoridad como determinator ultimus él no ofrece una opinión ni una probabilidad ni una hipótesis. Si el último recurso pudiera equivocarse en el dogma, ya no sería el último recurso. Dios podría haber creado una Iglesia sin último recurso infalible de ortodoxia, pero quiso conceder este don a la Iglesia.

Repito que, aunque el compromiso divino sea cuando se declara un dogma, la ayuda existe también en su labor magisterial fuera del dogma. Ayuda es en un caso, ayuda es en otro caso. Lo único que cambia es el compromiso de Dios: la seguridad que nos da de que será infalible.

Algunos no han comprendido en qué consiste esta ayuda del cielo al papa, y no atienden con respeto filial al magisterio ordinario. Despreciar el magisterio ordinario por el hecho de no ser dogma es no entender que la ayuda del cielo viene en un caso y en otro. Al papa hay que escucharle con sumo respeto cuando da un sermón a la gendarmería pontificia en la Capilla de Santa Marta, y cuando habla privadamente a una persona durante una cena. No nos damos cuenta de lo impresionante que es esa asistencia, la cual no actúa por horas o a ratos. 

Cierto que no existe el compromiso divino fuera de la declaración de los dogmas, cierto que en una conversación privada se puede equivocar el papa. ¿Por qué? Porque lo humano puede prevalecer sobre la ayuda del cielo. Sí, la soberbia, la tozudez, los prejuicios pueden prevalecer en cualquier papa por rodeado de ángeles que se halle. Pero no es lo mismo el error in gobernando que el error in determinando. De hecho, si comprendemos lo que es esta ayuda del cielo, nos veremos obligados a reconocer que la ayuda divina se da en los dos campos. 

¿Cabe el error al gobernar? Sí, pero nadie tiene ayuda como el papa incluso para gobernar, no solo para determinar la verdadera doctrina. ¿Ha habido, hay y habrá errores en este segundo campo del gobierno? Sí, sin duda. Pero nadie, ¡nadie!, siente la brisa del Espíritu como el vicario de Cristo en la tierra.

Como se ve, la infalibilidad del papa tiene muchas más repercusiones de lo que puede parecer. Esa infalibilidad es ayuda, inspiración, brisa del Paráclito. Luego esa acción se derrama en todos los campos en los que actúa cualquier vicario de Cristo que ha habido en la historia. Nos sorprendería saber cuánto ha actuado Dios incluso en los peores papas.