jueves, abril 06, 2023

Jueves Santo

 

Esta Semana Santa he hablado con varios sacerdotes. Hay sacerdotes sufrientes. A todo el mundo siempre le aconsejo una visión cándida de la Iglesia, de la jerarquía, de sus decisiones. Una visión cándida, bondadosa, que lleva a someterse de corazón, que lleva a aceptar lo que viene como venido de la mano de Dios.

Siempre les digo que no analicen la cuestión en sí misma, sino como ocasión para la santificación del alma. Mas cuando uno está sufriendo, no es tan fácil mantener el rumbo del timón. También yo conozco lo que son los pensamientos invasivos, esos recuerdos que vienen una y otra vez a la mente. Los pensamientos-pantalla, esas ideas que se repiten tanto que forman una pantalla entre Dios y nosotros, que nos ocultan la bondad de Dios, para centrarnos en nuestro conflicto.

Jamás he dicho que el obispo siempre tenga razón. Lo que he repetido continuamente (toda mi vida) es que hay que someterse, tratando de ver la mano del Señor detrás del obispo.

Pero sí, hay casos en los que hay dolor. Casos que deben ser examinados con amor de padre por parte del obispo.

También me he encontrado en la misa crismal con sacerdotes que me edifican por su labor, por su vida interior. En plan de broma, durante la comida, un grupo de sacerdotes me ha preguntado que cuántos demonios veía en ese refectorio.

Mientras iba recorriendo las mesas y contando, en plan de broma, no se me ocurría ninguna respuesta graciosa a la broma, porque los veía a todos tan buenos, veía tanta bondad, tanta virtud…

Me siento tan orgulloso de mis compañeros sacerdotes. Ah, las vestiduras clericales eran lo normal. Los sacerdotes que visten laicalmente son la excepción, y las sotanas ya ni las cuento. Claramente somos una diócesis sotánica.