Ahora que se acerca la coronación del rey Carlos, me reafirmo en la importancia en que reviva el ritual de coronación de los papas. El ritual que se realiza sobre los romanos pontífices confería gracias. El ritual consagraba.
Uno ya quedaba consagrado para esa función del primado en cuanto aceptaba la misión. Ahora bien, estando uno consagrado por la aceptación, puede quedar más bendecido por las plegarias del ritual. La consagración de las personas, cálices o edificios no es solo un “se tiene” o “no se tiene”, se pueden aumentar las gracias que se reciben para esa consagración.
El mismo óleo crismal es susceptible de recibir más bendiciones.
Eso se ve claro en el ritual de las iglesias orientales. En la misa tridentina,
el pan y el vino se bendicen varias veces. En la consagración de un templo hay
reiteración de bendiciones.
Como consecuencia de
reforzar esa idea de la consagración, esa idea del romano pontífice como sumo
sacerdocio, yo estoy a favor de todos aquellos símbolos que expresen su
carácter sacro único en la tierra: tiara, manto
papal, silla gestatoria, fanón, calzado y guantes litúrgicos. Una
función única en la cúspide conviene que esté rodeada de signos únicos.
Sea dicho de paso,
prefiero una tiara más baja, de líneas medievales. La “corona” que usa el
patriarca ortodoxo de Alejandría se asemeja mucho al tamaño y forma que
considero que serían preferibles para una tiara actual papal.
♣ ♣ ♣
La ceremonia de
coronación del rey británico será una ocasión para reflexionar, y desde luego
también para disfrutar de un ritual así. Yo pienso verlo íntegro en la televisión.
Lo grabaré en la emisión de la BBC y lo iré viendo a base de desayunos,
almuerzos y cenas.