Desde hace unas semanas,
he repetido mucho algo que nos enseñó un formador del seminario y que quedó en
el olvido tantos años. Don Tomas Belda nos decía que María era la Omnipotencia
Suplicante.
En ese momento, esa idea
no me llamó la atención. Curiosamente, ahora sí.
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También me he acordado de
una preciosa oración que esos formadores repetían mucho:
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído
decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando
vuestro auxilio, haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las
vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante
Vos.
Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien,
escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
Que impactante es creer
de todo corazón que nadie ha sido nunca desamparado si ha acudido a su madre
del cielo.
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Hoy se me ha caído el móvil
del pantalón, al sentarme en el coche. Del bolsillo cayó a un hueco entre la
puerta y el asiento.
No solo lo he estado
buscando por todas partes, sino que, incluso, he perdido una hora entera, desplazándome
de propio al hospital (a la hora del almuerzo) para ver si me lo había dejado
en el bolsillo de mi bata.
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Siempre he pensado lo
mismo que dice Billy Wilder en esta cita: "Lo más importante es tener un
buen guión. Los cineastas no son alquimistas. No se pueden convertir los
excrementos de gallina en chocolate”.
