miércoles, abril 05, 2023

Miércoles Santo



Hoy hemos celebrado en la catedral la misa crismal. ¡Qué bonito es estar todos los sacerdotes unidos! Tenemos que juntarnos, tenemos que estar unidos. Ya solo eso es una inmensa alegría.

No los he contado, pero debíamos estar unos 150 sacerdotes, el presbiterio al completo. Todos vestidos de blanco me daban una impresión de bondad, de purificación.

La ceremonia preciosa, hasta me ha gustado la mitra del obispo. La liturgia magníficamente organizada, tenemos a un encargado de liturgia muy competente.

El obispo no ha querido sentarse en la cátedra. Para significar el estado de sede vacante, se ha sentado al lado de la cátedra.

He estado meditando, desde una hora antes, el capítulo 10 de Hebreos, y la misa la he centrado en esos versículos. Mi próxima predicación en el canal tratará de ese tema.

Las concelebraciones son un modo impresionante de celebrar la misa. Impresionante porque la magnificencia de la liturgia no tiene igual.

Siempre me gusta mucho el momento en el que, en el claustro de la catedral, nos saludamos sacerdotes que no nos vemos desde hace tiempo. También saludamos las nuevas incorporaciones.

Después viene la comida, sobria, nada lujosa, pero adecuada, satisfactoria: puré de lentejas, unos filetitos de cerdo y una torrija. Hemos comido todos juntos en el refectorio de un antiguo monasterio cisterciense. (Seguirá mañana).