viernes, septiembre 11, 2020

Mi adhesión intelectual al ascetismo resulta inquebrantable

 






Hoy, al salir del hospital, he pasado por el supermercado del Corte Inglés; un supermercado inmenso. Me he ido a la sección de quesos cremosos franceses y me he llevado cinco quesos distintos.

Queso a temperatura ambiente con un buen pan de masa madre, un poquito tostado, es una delicia. Uno de los grandes placeres de la vida. He probado un trocito de cada queso. El Munster ha sido delicioso con su fuerte sabor penetrante, todo un descubrimiento. También ha resultado distinto y formidable el Blue Stilton, un queso amarillo con manchas verdes. Me recordaba un poco al queso azul danés, aunque este tenía un recuerdo a nueces. 

El Pont L´Eveque ha resultado el más neutro de todos: Y, aunque siempre grandioso con el bonito color de su costra, tenía notas a mantequilla. Me ha gustado más el Rochebaron, cremoso y corteza oscura.

Bueno, voy a ir a leer un poco la poesía de san Juan de la Cruz. También él, como yo, se alimentó a veces de pan y queso en su celda, cuando estuvo prisionero. Me lo imagino pidiendo al carcelero:

—¿Podría sugerir que el pan esté hoy algo menos mohoso?

—¿Algo más desea el señor?

—No estaría de más un queso tipo Pont L´Eveque. ¿Tienen alguno cremoso con cierto aroma a frutas?