sábado, septiembre 12, 2020

No solo los quesos huelen mal

 


Hoy, mientras iba en el coche al hospital, le daba vueltas a un asunto al que no había prestado suficiente atención: la necesidad de una reforma a fondo del sistema judicial en los países democráticos.

Yo estaba satisfecho pensando: “Tienes una demanda, la llevas a un tribunal, el juez juzga con neutralidad. Asunto concluido”. Ya está. El sistema es perfecto, limpio. Una defensa, un denunciante, un juez. ¿Qué más se puede pedir?

Pues no. El sistema está profundamente viciado en todas las democracias que conozco.

Veréis, no importa que hayas sufrido un daño, no importa que tengas pruebas de ello. Si haces cuentas, verás lo que te va a costar llevar el asunto ante un tribunal. Según lo que pidas como reparación, en esa medida te va a reclamar el abogado que escojas. Sin contar con que si pierdes, en esa cuantía vas a tener que pagar las costas del abogado de la parte contraria. No cuento aquí tu procurador y las costas del tribunal.

Si la cantidad reclamada es importante, el mismo proceso es razón suficiente para que muchos ciudadanos deban desistir. Además, si usted decide seguir adelante, tiene que saber que tendrá que resistir los gastos tres veces. Pues lo normal es que la otra parte recurra hasta la tercera instancia. Y eso en el caso de que le den la razón, claro.

Todos los que han pasado por este largo y costoso proceso, en el que las facturas se tienen que ir pagando, definen el camino como una pesadilla. Usted puede haber sido víctima de un delito, pero el camino será un segundo sufrimiento.

Después, tenga en cuenta que si usted se va a ver en dificultades para pagar los gastos ya en primera instancia, una persona con dinero puede pagar abogados sustancialmente mejores que los de usted. El sistema es equitativo.

Fijaos que de ser un sistema que aparentemente es limpio y equitativo, pasamos a darnos cuenta de que es tremendamente desigual e injusto.

Injusto, porque lograr justicia requerirá mucho dinero.

Desigual, porque los ricos siempre una defensa sustancialmente mejor.

Y eso que solo me fijo en estos aspectos, sin entrar en otros asuntos tales como su lentitud.

Los que vivieron en otros siglos no se daban cuenta de que algunas cosas que daban por supuesto que no podían ser de otra manera funcionaban de un modo ineficiente e injusto y que podían reformarse. “No, esto tiene que ser así”, pensaban equivocadamente.

Nuestra justicia es injusta y desigual, y puede ser reformada. Mañana hablaré de ello. Pero leeré vuestras opiniones acerca de cómo reformar la justicia, tal vez alguno haga sugerencias que nos sorprendan. Mañana seguiremos, a no ser que mañana me dé por hablar de quesos.