martes, abril 20, 2021

Ya puse, hace años, estas columnas de la Catedral de san Juan el Divino de Nueva York. Pero es que son fascinantes.

 

Qué triste ver a la población más polarizada que nunca, más enfadada que nunca contra “los otros”. Rabia por la política, rabia a causa de pandemia, rabia a causa de la economía. Uno escucha a un político hablando del adversario y parece que esté hablando del demonio. Después, escuchas al adversario y le responde con tanta crispación. Se produce un círculo vicioso de acción-reacción, de ofensa-respuesta, del que parece que no podemos salir; del que parece que la sociedad entera no puede salir.

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Hago notar que el triunfo del nazismo se debió en gran medida a la lucha a muerte que se dio entre los partidos de la República de Weimar. La negación de cualquier partido a colaborar con cualquier otro partido fue una de las grandes causas de que Hindemburg ya no supiera qué hacer. Alemania se volvió ingobernable.

Siempre se suele hablar de la pobreza. Pero la economía iba cada vez mejor en los últimos años de la República de Weymar, el paro no dejaba de descender.

Se suele olvidar que esa lucha a muerte de todos los partidos contra todos fue la causa principal. Ninguno quería colaborar con nadie. La democracia murió porque se volvió ingobernable.

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Hasta ahora sabía cómo funcionaban la vacuna de Pfizer y la de Astrazeneca, pero no sabía cómo funcionaba la de Janssen. Si queréis enteraros, este vídeo es muy preciso en sus datos:

https://www.youtube.com/watch?v=VnJkPL-jlFI

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Esta semana he visto a una paciente de mi edad gravísima, en verdadero peligro de muerte. Ni con todos los medios de un hospital del siglo XXI está claro que supere los próximos dos días. Me gustaría que los negacionistas vieran este tipo de escenas cuando yo les unjo con el óleo de los enfermos. Mas cerca no puedo estar. El rostro del virus...

Se puede discutir si, a largo plazo, se puede continuar manteniendo una estrategia de medidas draconianas o no. Es algo discutible. Yo pienso que ya que hay que ir volviendo a la normalidad. Pero escoja la sociedad la estrategia que escoja, el negacionismo no tiene sentido. Para un 1,1% de los infectados es tristísimo el efecto que tiene: la muerte. Cuando los mayores de 80 años se infectan, el 16% de ellos fallece. Eso son hechos.

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Me ha dado pena charlar con un anciano, dando un largo paseo, que me hablaba de fantasías del “Estado profundo”, respecto a las vacunas. Me ha dicho que, de ningún modo, se iba a vacunar. Se lo he dejado muy claro. Si se infecta, hay  una posibilidad entre diez de que usted muera. No le he convencido.