Desde hace años me hacía
una idea realista de hasta qué punto el fallecimiento de la reina Isabel iba a convertirse
en un verdadero evento planetario. Pero lo que me ha sorprendido es que, tanto
tiempo después, continúen las filas de decenas de miles de personas que, día y
noche, siguen haciendo fila para ver un momento el coffin. Insisto, ¡día
y noche!
https://www.youtube.com/watch?v=lsWW-9vWiaU
Los ingleses han llevado
todo este asunto magistralmente, como es su costumbre. En esto son los amos.
Los demás solo podemos callar, observar y admirar.
Esas filas interminables
y perpetuas me llevan a pensar que hay que racionalizar el modo de organizar
esa muestra de cariño por un monarca. ¿Qué haría yo?
Les diría a los ingleses
que no se queden diez horas en una fila de espera. Organizaría todo, con una
inscripción online, para que la espera solo fuera de una hora como máximo; y de
nueve de la mañana a nueve de la noche.
La gente aceptaría ese
horario porque se les avisaría que el funeral tendría lugar en la fecha prevista,
pero que después el ataúd pasaría a estar expuesto en una iglesia londinense
con los mismos horarios y con inscripción online mientras la afluencia sea tan
masiva.
Cuando las filas de gente
ya no sean continuas, cuando ya haya horas en las que apenas haya visitas,
dejaría el féretro un mes más. Y solo entonces anunciaría el entierro de la
reina. Lo lógico sería hacerlo en un templo del centro de la capital, para que
la gente pueda seguir yendo con toda facilidad.
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Lo precedente me lleva a
pensar que podríamos hacer lo mismo con la muerte de los romanos pontífices. No
hay porqué coartar ese deseo de ir a despedirse. Al revés, hay que dar
facilidades de tiempo y acceso. ¿Por qué solo unos pocos días? ¿Por qué tantas
horas de espera en una fila? Nada de eso es necesario. Se les puede evitar
semejante sacrificio.
Por lo tanto, para los romanos pontífices racionalizaría la espera para que no dure más de una hora, con inscripción online. El funeral tendría lugar el día determinado por la tradición. Y recolocaría el féretro en una iglesia: no en el Vaticano, que es de difícil acceso dadas las colas; sino en otra iglesia. Cuando la afluencia cesara de ser masiva, dejaría un mes más ya sin preinscripción. Un mes después procedería al entierro en un templo que siempre estuviera abierto para los que quieran visitar el sepulcro.
♣ ♣ ♣
Viernes, 16 de septiembre, peso: 87,3 kg.
Sábado, 87,2 kg.