Evidentemente los países de
la Unión Europea no van a destruir el gaseoducto ruso. Eso está fuera de toda
duda. Y digo “destruir” porque una vez que el agua salada ha entrado, la
corrosión del interior de la conducción es inevitable. Ha quedado inservible.
Ucrania no lo va a atacar.
Todos estamos con esa nación. No va a arriesgar ese apoyo sin fisuras por una
acción de resultados tan inciertos.
¿Pero qué gana Rusia
destruyendo su propio gaseoducto? Aquí entran mis suposiciones, las que a mí se
me ocurren. Estas serían las razones que podrían haber motivado una acción así.
Dejar claro que Rusia
rompe para siempre con la Unión Europea. Dejar claro que esta situación no
tiene marcha atrás.
La segunda razón sería
dejar claro que Rusia es capaz de hacer barbaridades en las infraestructuras de
la Unión Europea, como ya lo ha hecho en las zonas ocupadas. Si me enfadáis,
vais a ver cómo me vengo.
La tercera razón sería que
tiene decidido atacar el gaseoducto noruego de modo oculto, para después decir
que no han sido ellos, “pues también nosotros fuimos atacados”. Es decir, un
sabotaje de despiste para luego que enmascarado el ataque que de verdad le
interesa, el del gaseoducto noruego.
Son suposiciones, sí, pero
no hay más posibilidades. Y entre todas las posibilidades, la sospecha apunta
hacia la autoría rusa.
♣ ♣ ♣
Este ataque nos está advirtiendo
que nos podemos preparar para una nueva fase de la guerra. “Habéis dado armas a
mi enemigo, preparaos para sufrir acciones en vuestras infraestructuras”.
El problema se sigue
complicando y nadie parece poder detener esta marcha hacia el desastre.
Las cosas se pueden agravar
bastante más, y todo indica que vamos en esa dirección.