Mañana son las elecciones
generales en España. En mi libro La
decadencia de las columnas jónicas en el congreso hay cien escaños. Cada
que vez que alguien obtiene el 1% de los votos consigue un escaño en el
parlamento. Si obtienes un 5%, consigues 5 escaños. Pero eso es en mi ensayo,
en la constitución española todo es más complicado. Todo más complicado, en
realidad para nada. De esta complicación innecesaria, nadie saca beneficio
alguno. Aunque el sistema sí que favorece a los partidos nacionalistas.
En España, cada provincia
tiene un mínimo de dos escaños. 102 escaños se reparten a razón de dos por
provincia. Después, a cada provincia se le asigna un número de escaños según la
población que tiene. Se reparten equitativamente el número de escaños según la
población de cada provincia. Y dentro de cada provincia se reparten los escaños
asignados según la Ley D´Hont.
El senado se conforma de
manera parecida: unos escaños fijos para repartir entre provincias según resultados,
y un escaño más por cada millón de habitantes en una provincia.
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Yo prefiero mi sistema:
más sencillo imposible. Sobrerrepresentar a las provincias con menos habitantes
no tiene ningún sentido en los tiempos de la aldea global. Tiempos en los que
una nación como España forma una unidad por comunicación, viajes y teletrabajo.
Todos esos tejemanejes representativos no suponen ninguna mejora para los
habitantes de provincias con poca población. Aunque sí que son una inmensa
ventaja para los partidos nacionalistas, pues los votos repartidos por
provincias se pueden quedar en un resultado de 0 escaños, pero concentrados en
una sola provincia puede producir una sobrerrepresentación notable dentro del
reparto de escaños
Se suele decir que el
senado es una cámara más territorial en España, pero, bueno, la verdad es que
para nada. El sistema de reparto es el que he dicho.
♣ ♣ ♣
Los padres fundadores de nuestra
constitución eran gente muy limitada en sus capacidades, de manera que ni se
dieron cuenta de con menos votos los nacionalistas iban tener mucha más
capacidad de decisión en el congreso y en el senado. Realmente ni se dieron
cuenta, de otra manera no hubiera tenido sentido un regalo así sin más, a
cambio de nada. Con todos estos chanchullos y tejemanejes lo que rompieron fue
la regla de un hombre un, voto. Pues
ya no pasaban a valer lo mismo unos votos que otros votos.
La democracia debe basarse en la justicia. Esa diferencia no era justa. Nunca lo ha sido. Pero ya he dicho que los padres fundadores no eran especialistas en el campo constitucional (con alguna excepción nada relevante) y tuvieron una decidida voluntad de decidirlo todo por sí mismos sin consultar mucho.
Digo que las excepciones no fueron relevantes, porque el que un joven haga una
tesis en Derecho Constitucional no le convierte en uno de los grandes expertos
en ese campo. Pero sí que hubo mucha determinación en decidirlo todo por sí
mismos y a veces a toda prisa en la mesa de un restaurante. Los fallos de
redacción y de funcionamiento son bien conocidos por los especialistas.