viernes, julio 28, 2023

Sigo vivo

 

Gracias a Dios, esta mañana me he levantado sin fiebre. La alegría que he tenido al ver mis 35,2º en el termómetro. Sí, no os asustéis, siempre me levanto con 35,4º o unas décimas menos. Esa es la razón por la que siempre he hablado de grados de fiebre, pero no decía la cifra concreta.

Ahora ya me siento restablecido, muy débil todavía. Esto ha sido tan duro que en dos días he perdido dos kilos de peso. Todavía no me atrevo a salir a la calle, pero ma
ñana espero que sí. Nunca había sufrido una fiebre que me hiciera sentir tan mal. Salvo una vez, la segunda que tuve la COVID, pero que me duró solo algo menos de un día.

Hubo momentos breves en que me sentí muy mal, pues a la fiebre se unía el dolor de cabeza. Afortunadamente, como tenía tanto sueño, me pasé buena parte del día durmiendo. Tenía miedo de que por la noche me durmiera. Pero no, era meterme en la cama, y dormirme al instante.

Había momentos en que tiritaba de frío. Lo cual me provocaba un cierto placer sabiendo que los demás estaban pasando mucho calor en plena canícula. Pero, en la mayor parte de la jornada, el calor del verano no es un buen compañero para la fiebre alta.

Mi alimentación estos dos días ha sido leche con cereales, los copos maíz de toda la vida. Me costaba muchísimo comer, por poco que fuera. Hoy ya me he animado a tomar un caldo de arroz.

Os agradezco, a todos, vuestras oraciones. De verdad que en el cielo sabréis la relación entre vuestras plegarias y los resultados.