Un conocido mucho al que estimo muchísimo ha acabado
pasando una noche en el calabozo de la comisaría porque su esposa le acusó de
maltrato. A este amigo le conozco muy bien, como la palma de mi mano y no tengo
la menor duda de que la versión de los hechos que él me dio es la verdadera.
Es lo que pasa cuando alguien como Zapatero aprueba
una ley como la que aprobó. Las tonterías y el poco seso de alguien, al final,
llevan a cosas como estas. Como esta multiplicada por miles de veces.
Ley injusta en la que la mera palabra de un ciudadano
mete en la cárcel a otro ciudadano. Desde luego uno siente la
tentación de que sea el que aprobó esa ley injusta el que pruebe un poco de su
propia medicina. Pero no, no le deseo nada malo. Pero, desde luego, Zapatero,
entre cosas, tiene el nefasto honor de ser el presidente que logró dividir a la
nación, desenterrando todos los odios olvidados.
Os aseguro que he sentido rabia contra ese presidente.
Sus decisiones llevaron a mi amigo a la cárcel, sin juicio, sin posibilidad de
defensa ante alguien imparcial. Cuando sé que él jamás puso su mano sobre su
esposa. El juez que le juzgue lo podrá suponer, yo lo sé.
En fin, pongo algo gracioso para que se me vaya el enfado.