jueves, enero 05, 2023

Adiós, adiós. Ya has atravesado la puerta del misterio.

 

Muchas gracias a dos personas por los PDF que me habéis enviado. Sabía que alguien respondería, y así ha sido. Os enteraréis de las obras que me han enviado porque las iré comentando conforme las lea.

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Sigo trabajando en mi novela sobre Babilonia. En esta novela he pasado de sorprenderme por el apasionamiento con que trabajaba en ella, por el ambiente de la corte de Jerusalén que se iba desplegando en sus páginas, al tedio, al desinterés.

Os aseguro que, cuando comencé, creí que iba a ser una obra de cien páginas. Pensaba que iba a ser tan breve que concluí que sería mejor alargarla hasta la época de Macabeos. Y, finalmente, pensé que acabaría en la generación previa al Mesías.

Ahora llevo quinientas páginas y todavía no he comenzado a describir el retorno a Jerusalén, que es la parte con la que acaba el libro. Esta novela me ha cambiado para siempre el modo en que leeré a los profetas. Las páginas otrora opacas ahora están llenas de sentido. He aprendido (leyendo a los que saben) que hasta el más pequeño detalle de Amós o Ageo tienen su razón de ser. Nunca había acabado de entender por qué un profeta tenía que dar oráculos referidos a Tiro o a los elamitas. Nunca había entendido por qué tantas profecías de materia tan, aparentemente, política.

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He visto algunas partes del funeral de Benedicto XVI. La liturgia siempre perfecta. Ahora bien, es el momento de pasar a liturgias 2.0. Un escenario como ese, una liturgia como esa, debe ser abordada por un buen director de cine. Tienen que preguntar a varios directores de cine: ¿cómo hubierais enfocado esta ceremonia vosotros en una película?

El funeral no debe estar pensado primariamente para los presentes en la plaza, sino para una audiencia planetaria. Y eso requeriría cambios que no voy a explicar aquí. Pero resulta inconcebible que en el año 2023 una cámara no siguiera el recorrido hasta la cripta vaticana. Una cámara que, de cerca, transmitiera todos los pequeños detalles del enterramiento.

Para el funeral en la plaza, no estoy pensando en espectáculos profanos, en actos llamativos de carácter no sacro. Para nada.

Fijémonos que todo lo que aparece en El padrino, salvo los asesinatos, son escenas comunes, escenas familiares, enfoques dentro de una casa particular, cosas así. Pero el arte es lo que hace que esa película sea visionada una y otra vez, y otras películas sobre la mafia hayan sido completamente olvidadas. El Caballero de la mano en el pecho de El Greco ¿tiene algo de espectacular? Y, sin embargo, es una obra maestra en la historia de ese siglo.

En esa plaza teníamos todo: sobre todo el hecho (el funeral de un papa), el marco, miles de clérigos, obispos y cardenales. Si un director no puede hacer una obra de arte con eso, no lo podrá hacer con nada.

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Vuelvo a reiterar que, en mi modesta opinión, encima del ataúd (incluso de un papa) no es el lugar para colocar el evangeliario. Visualmente es más rotundo el féretro sin nada encima. Menos mal, ¡menos mal!, que no les ha dado por empezar a colocar objetos y más objetos sobre la tapa.

Ni siquiera creo que el escudo papal embellezca más ese féretro. En el caso de un pontífice romano, pienso que la desnudez de todo ornato resulta más imponente.