lunes, agosto 10, 2020

George Soros: una modesta opinión

 

Os habréis fijado que en este blog no he dicho ni una palabra acerca de George Soros. Veréis. Durante tiempo, años, no me interesó las cosas que se decían sobre él. Me interesa el Apocalipsis como materia especulativa. Los hechos concretos son lo de menos: cuando se acerque, todos lo irán viendo más claro.

Hace unos meses, ante tanta insistencia de los sitios católicos, sí que empecé a buscar información seria sobre ese financiero. Os aseguro que, a día de hoy –esto puede cambiar, claro–, no he encontrado datos fiables que me animen a considerarlo un villano.

Lo que sí que he encontrado es una cadena de informaciones que se repiten de un blog a otro blog, de un vídeo a otro vídeo. Pero sin que se pueda obtener la fuente primera que ofrezca veracidad a ciertas afirmaciones. La mera repetición no transforma una frase en veraz. Podría analizar dato a dato por qué digo esto. Pero me limito a dar mis conclusiones y no a escribir un largo post, que sería más aburrido.

Incluso en el caso de que apoyara a una fundación que, entre otros fines, apoyara la contracepción, o posiciones políticas liberales, eso no lo convierte en el Anticristo; ni siquiera en un monstruo. Hay actos que son intrínsecamente malos, pero alguien puede estar de buena fe en la convicción de que algo es moralmente lícito.

Con esto no estoy exculpando a Soros, pero no me puedo unir a algo que no veo claro. Y os puedo asegurar que muchos de los que más han gritado contra él no tienen información privilegiada que yo no tenga.

Dígase lo mismo de Bill Gates. La idea de que una vacuna suya (¡¿suya?!) nos introducirá nanorobots es la versión moderna de las brujas y las escobas voladoras.

Cuando muchos católicos son tan crédulos ante cualquier imagen sonora en movimiento en Youtube, cuando es tan fácil mover a millones de personas al odio hacia una persona, me doy cuenta, en el futuro, lo fácil que será mover a una sociedad entera contra los obispos o el papa o el vaticano entero.

Post Data: Sea dicho de paso, la fortuna de Soros es la 162 del mundo. La mía está situada como la 162 000 de Alcalá de Henares. Más que suficiente para darme un homenaje gastronómico en el supermercado de mi elección.