miércoles, octubre 14, 2020

El Consejo General del Poder Judicial y los políticos merodeando alrededor

 

En España tenemos ahora la presentación de un proyecto de ley para cambiar el modo de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial. Hasta ahora se elegía a sus miembros por consenso por 3/5 partes del Congreso y el Senado. El PSOE quiere que baste con mayoría absoluta (más del 50% de los votos).

Lo que alguien independiente debería investigar y emitir un informe al Pueblo es porqué los representantes del Pueblo no se ponen de acuerdo en veinte nombres de reconocida competencia. Esa es la gran cuestión. Ese informe nos daría las proporciones de los defectos de nuestra democracia.

Esos juristas perfectos existen. Son nuestros representantes los que son imperfectos hasta este nivel evidente. Si no se ponen de acuerdo en esto, cómo se van a poner de acuerdo en otras cosas menos evidentes.

Pero el asunto siempre ha sido complejo y siempre lo será: ¿quién escoge a los jueces?

El asunto no se arregla ni aunque los mismos jueces se escogieran entre ellos.

Parece que lo mejor siempre es que se escojan entre ellos. Pero si los jueces se polarizan por afinidades políticas el problema se replica en ese tercer poder.

El consenso es lo mejor. ¿Pero y si no lo hay? Es más, el consenso no lo arregla todo: puede haber un consenso en candidatos imperfectos o, incluso, viciados.

Durante años reflexioné y charlé con un jurista amigo, mi conclusión es el libro La decadencia de las columnas jónicas. Pero si observamos el sistema de elección en UK y en USA veremos que el sistema funciona bien si las personas encargadas de elegir son razonablemente buenas. Un sistema con defectos puede funcionar bien si las personas encargadas son razonablemente adecuadas.

Estamos acostumbrados a que la política se degrade. ¿Cómo ennoblecer la política? ¿Cómo mejorarla?

Creemos que la Iglesia está defendida por las leyes. Es una creencia popular. La realidad es que el destino de la Iglesia en cada país estará en manos de los políticos. Las leyes podrán decir lo que quieran, los jueces podrán emitir los veredictos que quieran. Al final, los que decidirán serán los parlamentos. Decidirán los parlamentos aprobando leyes a las que tendrán que someterse los jueces. Es tan sencillo. Se habla de separación de poderes: pero, al final, todo es tan sencillo.