Las imágenes de las iglesias
quemadas en Chile (con la excusa de reivindicaciones sociales), los ataques a
imágenes en templos católicos en Estados Unidos (con la excusa del Black lives
matter), las Femen que irrumpían y se subían a los altares, las pintadas de
odio en parroquias de España... Sí, no hay ninguna duda que las series de
televisión, las novelas y el cine han sembrado esos sentimientos hacia la
Iglesia Católica.
En los últimos veinte
años, esa siembra de odio no ha estado tanto a cargo de los partidos políticos
como de la élite que tenía dominio sobre los medios de comunicación.
El antisemitismo existía
en la mentalidad de parte de la población alemana y austriaca antes de que eso
pasara a configurar la ideología de ningún partido político.
El anticatolicismo agresivo
existe en una parte de la población de muchos países, gracias a lo que he dicho:
series, novelas, películas, documentales.
No tengo la menor duda de
que esa mentalidad pasará a formar parte de las demandas de algún partido
político en algún país. Y que esas medidas anticatólicas se extenderán a otras
naciones, porque el terreno está abonado.
Algunos achacan estos
ataques al demonio. Tienen razón en cuanto que el Maligno es sembrador de cizaña.
Pero no olvidemos que él solo azuza, tienta. Esta agresividad es el resultado
de una siembra humana. Se ha sembrado mucho odio de forma intencionada. Los sembradores
del odio llevan mucho tiempo trabajando.
Hace siglos fueron los
masones, después fueron los marxistas. Ahora pienso que no hay ninguna conjura
secreta que obra en la oscuridad. Lo que ahora vemos es el resultado de la agresividad
sembrada. Pero sí, en los próximos años, grupos genéricamente llamados progresistas
serán cada vez más audaces en sus peticiones a los congresos y a los
tribunales.
Lo triste es que nos enfrentamos a esta futura ola popular, ampliamente apoyada, en unas democracias sin efectivas divisiones de los tres poderes. La mayoría en los parlamentos arrasará cualquier oposición judicial o legislativa.
Unamos a esto la política del gobierno chino frente a los cristianos, los martirios en lugares como Nigeria, la apostasía en Europa. Y eso después de los horrores de ISIS. El panorama no resulta nada esperanzador. Uno mira las nubes del cielo y la dirección del viento y me temo que desgraciadamente vamos a vivir tiempos de persecución generalizada con todos los sellos y rúbricas de las instituciones del Estado.