domingo, mayo 16, 2021

Construir el imperio inglés requirió mucha sangre. Mantenerlo, también.

 

El problema del Imperio Británico es que siguió aplicando criterios conquistadores del siglo XVI en pleno siglo XX. Ya, en la época de los conquistadores españoles, había sido examinado el tema de la conquista y la monarquía había recibido un dictamen muy claro de las universidades españolas: primitivo, sí; pero con un esfuerzo por entender la dignidad de todo ser humano. Lamentablemente, muchas veces, se miró hacia otro lado aceptando una política de hechos consumados.

Pero hubo toda una evolución a mejor rápidamente. Sin embargo, el Imperio Británico siguió con el comercio de esclavos, estableciendo el racismo allí donde llegaba y conquistando territorios como si todo el mundo fuera suyo. Todas esas partes del mapamundi no pasaron a ser propiedad del imperio por decisión propia, sino a la fuerza.

Muchas veces se ha presentado la política del imperio como fruto de los prejuicios de una época, pero se viene a afirmar que Inglaterra fue pionera en la humanización de su imperio. Lo cierto es que fue al contrario. Las medidas inhumanas de los británicos eran propias de su imperio cuando países como Portugal, España, Francia y tantas otras naciones europeas hacía mucho que habían entendido que esas cosas de ningún modo eran lícitas.

En Europa, Gran Bretaña no solo no fue pionera, sino que se constituyó como una burbuja de racismo y opresión. Además, ningún país en Occidente oprimió tanto a sus propios ciudadanos como Gran Bretaña. Muchos de esos soldados que iban a todas partes del mundo, hasta 1815, durante cinco años, no iban por la paga, iban obligados por las levas. El pueblo británico fue la primera víctima de ese sistema opresivo. Eso no sucedía en España o en Italia o en Portugal ni en Polonia ni en Austria. Era una específica pésima costumbre inglesa. El imperio existía y requería (como una bestia insaciable) decenas de miles de hombres para ser enviados a mantener el orden.

Por supuesto que ese orden no beneficiaba lo más mínimo a las clases bajas. Si había una sociedad espantosamente estratificada en Europa Occidental en el siglo XIX era la inglesa. Los beneficios del imperio, por supuesto, no llegaban a las masas que forjaron la Revolución Industrial. Esa miseria fue específicamente inglesa y no de otras naciones que también experimentaron la misma revolución industrial, pero de un modo más humano.

Los sacerdotes muchas veces hablamos de pecados. Pero el imperio inglés, justo es decirlo, se transformó en una estructura de pecado.