Mis queridos amigos: Lo
primero de todo es daros las gracias por vuestra preocupación. La cual se ha
convertido en oraciones. Estoy seguro de que el Señor escucha vuestras
peticiones. Si Dios ve que recibo demasiadas oraciones, las usará para otras
personas. Cuando oramos a Dios, en el fondo, nos sometemos a su voluntad.
Lo cierto es que ayer,
jueves santo, sentí como si una mano estuviera sobre el centro de mi pecho. Respiraba
bien, no me dolía nada. Pero sentía esa mano. Tampoco me oprimía, pero estaba
allí.
Fui al hospital y me
hicieron todas las pruebas. Debo anotar que el médico, joven, fue muy amable. Mañana
regresaré al hospital para ver cuál es la evolución. Le pediré al médico que me
atienda si puede intentar que sobreviva hasta que acabe el tercer tomo de la
vida de san Pablo.
Cuando subía al hospital,
me llamó una persona. Le dije que subía al hospital a atender a una persona que
había pedido la unción de enfermos y a que me miraran a mí. Así matamos dos
pájaros de un tiro, comenté. Espero, al menos, uno de los pájaros
sobreviva, añadí entre risas.
No me toca otra que ver,
en la televisión, los oficios desde el Vaticano. Desde que caí enfermo, siempre
pensé que este día ya estaría totalmente curado y que podría estar en la
catedral, me hacía ilusión.
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Me ha dado pena enterarme
de que en el pueblo bávaro de Oberammergau existía una promesa hecha a Dios, en
el siglo XVII, de que si Él protegía a sus habitantes de una peste, el pueblo
representaría la Pasión de Cristo el día del Viernes Santo cada diez años. Desde
que se hizo la promesa, no murió nadie más en esa población.
Pues bien, este año,
justamente este año, tocaba representar la Pasión. Pero pospusieron la
representación por la pandemia. Qué pena. En una época, tuvieron fe. En otra época,
esa fe es muy débil. Es lo suficientemente débil para no entender que Dios es
Señor, que Él podía hacer lo que no pueden hacer ni los médicos ni los
gobiernos. Sin fe, no hay lugar al milagro. Os pongo el link a uno de los muchos
lugares donde se ha dado la noticia:
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Por supuesto que si las
autoridades civiles lo prohíben, tendremos que obedecer. Pero, en los países en
que las autoridades lo permitan, ahora, más que nunca, los templos deberían
estar abiertos. Ahora, más que nunca, nosotros deberíamos dar testimonio de que
creemos en un Dios Todopoderoso. No se trata de hacer nada contra la razón,
nada irrazonable. Pero estoy seguro de que los países que permitan el culto
público a Dios no verán sus estadísticas sufrir ningún descalabro.