lunes, abril 13, 2020

La cátedra de san Pedro de Bernini (2ª parte)




Cuando el sol del atardecer ilumina la vidriera que hay en lo alto, la imagen del Espíritu Santo parece resplandecer de un modo, verdaderamente, celestial. ¡El Espíritu Santo sobrevolando sobre la Cátedra de Pedro! ¡Al fondo del templo! El efecto es grandioso. Ya no es solo bronce y dorados, ¡es luz! Luz rodeada del brillo del oro de las nubes. Una obra de arte que predica, que habla con serenidad.

Y si se contempla desde otro ángulo, desde el comienzo de la nave central, entonces el Espíritu Santo parece sobrevolar sobre el Altar de la Confesión. Esa luz parece estar enmarcada por el baldaquino de Bernini.

Respecto de las dos mujeres que están a cada lado de la cátedra, por más que he buscado, no he encontrado ningún artículo que hiciera referencia a ellas. Ampliando mucho la imagen me he dado cuenta de dos cosas.

Primero: Parece que son dos ángeles. Detrás de ellas, da la sensación de que se ven alas. En ese caso, serían ornamentales. Espiritualmente, diríamos que los ángeles están alrededor del primado romano.

Segundo: Tiene, cada una de ellas, un candelabro. Esto refuerza la interpretación de que solo tienen un sentido ornamental. Pues, en las fiestas del apóstol san Pedro, se colocan velas en esos candelabros y se quedan encendidas todo el día. El efecto que se quería lograr no me parece que sea muy positivo, francamente. Esas velas encendidas no mejoran mucho tal obra de arte. Y, sin embargo, manchan muchas partes de bronce que, después, hay que limpiar. Partes con dorados que requieren de restauración pasados unos cuantos años. Varios años he podido ver, al natural, el conjunto con las velas encendidas. Una buena intención, pero que no queda bien, estéticamente hablando.

Cuando medité acerca de ese conjunto escultórico, pensé lo bonito que sería leer, este año, alguna obra de cada uno de los cuatro autores: Ambrosio, Agustín, Atanasio y Juan Crisóstomo. Una lectura lenta, atenta, subrayando frases y palabras. Así, cada vez que mirara al ábside de la basílica, cada uno de esos personajes cobraría personalidad, cobraría vida. Sería alguien al que he escuchado. Cuando acabe de leer a cada uno de ellos (alguna obra, no todas), compartiré aquí qué he sacado (como fruto personal) de esa lectura.

Si alguno nos ofrece un link donde descargar las obras (o alguna obra) de cada uno de estos cuatro autores, más lo podríamos hacer y compartir que nos han enseñado esos cuatro maestros.