Hoy hemos tenido en España
el homenaje civil a las víctimas de la COVID. Estéticamente, ha sido una
ceremonia que queda definida por dos palabras: anodina e insípida.
Y no se piense que estoy
en contra de estos actos civiles. Para nada. Entiendo que, en una sociedad como
la española, las autoridades quieran tener una ceremonia no confesional, algo
común a todos.
Es más, casi prefiero que
ellos hagan lo que quieran con su ceremonia laica, para que así nosotros
podamos tener nuestra ceremonia católica a nuestro gusto.
Ahora bien, la ceremonia
civil ha sido tan descolorida que creo que deberían haber contratado a algún
inglés. Los ingleses tienen un don para las ceremonias. Véase la ceremonia del
Remembrance Day cada año en Londres.
Si comparamos las
ceremonias, una tiene vistosidad, solemnidad; las impresionantes campanas de
fondo, el silencio de la multitud... La de Madrid parece una ceremonia que ha
sido lavada y que ha perdido el color.
De todas maneras, sí que
pienso que la misa de la Almudena debería haber estado regida por un espíritu
forteniano. Tal como la hicieron tampoco es para echar cohetes. Pienso que les
falta un poco de sentido de la liturgia como marco grandioso estético. Basta
mirar los óleos y frescos de la época barroca para entender que esos hombres sí
que entendían la ceremonia como espectáculo, como un digno espectáculo. La misa
que vimos en la Almudena fue como la misa de cualquier barrio solo que con más
concelebrantes.
Post Data: Varias almas me han dicho: "Hubiéramos preferido un rosario. Toda esa ceremonia laica no nos ha quitado ni un día de purgatorio".