Creo que la pintura representa a Jesús siendo examinado para su mayoría de edad religiosa.
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Después de la comida, es
cuando me dedico a mirar cosas tontas en Internet, antes de hacer alguna llamada
y, finalmente, reintegrarme al trabajo. Y había un asunto que quería mirar
desde hacía tiempo: ¿era santo Tomás de Aquino... gordo? O, para no ofender:
¿era gordito?
Pues sí. Según he leído
eso es lo que cuenta su estudiante, Remigio de Florencia. A partir de hoy,
cuando rece el breviario, en su fiesta, rezaré el común de gordos.
Post Data: El pobre Tomás, encima, también
estaba algo calvo.
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Para no acabar como santo
Tomás de Aquino, he almorzado ensalada y pan integral. Buf. He tenido que compensarme
con chocolate. El Aquinate lo tenía más fácil lo de perder, ¡no existía el
chocolate!
Además, el Aquinate salía a pasear al
claustro. Yo, en mi piso, no tengo claustro, creedme, no tengo. Y hay una diferencia
muy grande entre perder peso con claustro y sin claustro. Entre perder peso
comiendo verduras hervidas en el refectorio, a perder peso viendo las
sugerencias culinarias de Carlos Arguiñano para ese día. claro, es que los
antiguos lo tenían muy fácil.